Símbolo de la Comisión Permanente de Homenaje a Juan Facundo Quiroga

Símbolo de la Comisión Permanente de Homenaje a Juan Facundo Quiroga

Lema de la Comisión

"Con la cara al sol, vemos la gran Cruz de Religión o Muerte y la Cruz del Sur; ambas nos guían hacia la Estrella Federal y ésta nos da la luz de Dios, Patria y Hogar, esperanza nacional"

lunes, 26 de octubre de 2009

OCTUBRE: Seminario L° de Los Caudillos dedicado a la Unidad Nacional y el Federalismo

"Buenos Aires, 17 de octubre de 2009 - Año de Homenaje a Raúl Scalabrini Ortíz"


SEPTIEMBRE: Seminario n° L de "Los Caudillos Federales" dedicado a la Unidad Nacional y el Federalismo



La Comisión Permanente de Homenaje al Brig. Juan Facundo Quiroga se enorgullece en hacer extensiva la invitación a todos los interesados a participar del L° Seminario de “Los Caudillos” dedicado a la Unidad Nacional y el Federalismo. El mismo se llevará a cabo en la Sede del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, sito en Montevideo 641 -entre las calles Tucumán y Viamonte- de ésta Ciudad. La entrada es libre y gratuita. Las charlas se sucederán los días 29 y 30 del corriente mes en el horario de 19:30hs. El itinerario, por tanto, ha quedado distribuido de la siguiente manera:

Jueves 29 de octubre 19,30 hs.: "Juan Facundo Quiroga: el caudillo de la Unidad Nacional y el Federalismo Popular" por el Lic. Nicolás Carrizo.


Viernes 30 de octubre 19,30 hs.: "Juan Felipe Ibarra: Pilar de la Santa Federación" por el Prof. Juan Martín Grillo.

Agradecemos su difusión, así como esperamos vuestra presencia y participación.

Saludamos a Uds. muy Atte.



Lic. Nicolás Carrizo
Presidente


Dr. Sandro Olaza Pallero
Secretario General

Sr. Juan Martín Grillo
Coordinador General

- Entrada libre y gratuita -
Se entrega certificado de asistencia
Montevideo 641 Capital Federal

miércoles, 14 de octubre de 2009

Reseña documental del XLVII Seminario "Los Caudillos" dedicado a Martín Miguel de Güemes

Güemes ya tomó partido: don Martín es Federal
Por Juan Martín Grillo


“En tiempos en que la Patria
Necesitaba valientes,
El gaucho Martín se puso a pelear
Entreverado con su gente”

Hernán Figueroa Reyes



La figura de don Martín Miguel de Güemes es una de las más fascinantes y heroicas de nuestra Historia. Su mística nos maravilla, al igual que lo hacen sus ideales y la forma en que luchó abnegadamente por ellos, al punto de alcanzar la gloria de Dios con su propio martirio en pos de que se realizaran. Muchas naciones desearían, desde lo más profundo de sus sentimientos soberanos, contar con tan titánico personaje.
¡Que grandeza la de nuestro Martín Güemes! ¡Que pigmeos, en comparación, que se dilucidan los que fueron presa de su sable emancipador y de las tacuaras de sus montoneras! ¡Que grandioso destino nos era reservado como Patria de haber procurado seguir firmemente el ejemplo de este caudillo! ¡Cuantas fueron y son las horas que se han diluido en lágrimas por su ausencia física desde aquél triste 17 de junio de 1821!
Tal es el volumen de este hombre, tanto es su simbolismo, que -aún en la actualidad- el nombre “Martín” es sinónimo de la cultura criolla. Nunca olvidemos que don José Hernández, en un claro homenaje al prócer salteño, eligió ese nombre para bautizar al gaucho protagonista de su obra.
Basta ver un poco la realidad para notar esta y otras afirmaciones. Al día de la fecha, y en muestra de agradecimiento y amor, los gauchos de Salta (y aún de toda la Argentina) se reúnen todos los años la noche del 16 de junio y conmemoran la “Guardia Bajo las Estrellas”. Allí, con la sola presencia del firmamento, pasan las horas en vela, en señal de duelo y realizando un constante homenaje al Gral. Güemes. Esa noche de 1821, y bajo un cebil colorado, don Martín ascendió a los cielos “custodiado” por sus gauchos. Eso mismo es lo que se recuerda con esta “Guardia”. El cebil colorado todavía se conserva... así como el patriotismo del pueblo salteño, su sentido de la tradición y su amor a la Patria.
¡Aún más! El poncho salteño, pieza característica de la indumentaria norteña, recuerda a Martín Güemes. Siendo vital para la guerra de emancipación que los hombres no sintieran miedo al combatir, Güemes ordenó a las chinitas que tejieran para sus guerreros prendas de color rojo punzó -color propio de la sangre humana- para que si en medio de la refriega éstos sufrían heridas, éstas quedaran desaparecidas (o al menos camufladas) bajo el tinte de dichos ropajes. Luego del paso a la inmortalidad de don Martín, en ese poncho se vio introducida una gran franja de color negro, en señal permanente de luto por la irreparable pérdida sufrida por Salta y por nuestro país todo.
Debo confesar, además, que incluso a mi me ha afectado personalmente la imponente figura de este “General Gaucho”. Desde que conozco su obra, desde que investigo su vida y sus hazañas, no he podido dejar de agradecer a los cielos y mis propios padres el haberme bautizado con el nombre “Martín”.
Empero todas estas proezas, la figura de Güemes –como muchas otras figuras de la Historia Argentina- ha sido casi olvidada por la historiografía liberal.
¿Por que? Pues bien, solo Dios sabe que ha motivado a que los “Historiadores Oficiales” oculten las verdades sobre tan genial héroe. Pero, y aunque quizá sea un paso atrevido, creo conocer la respuesta a esa pregunta: Güemes, como todos los verdaderos patriotas, era Federal, o al menos simpatizaba con el federalismo que proponían José Gervasio de Artigas, Estanislao López, o Juan Bautista Bustos, entre otros. Aquí es donde, infiero, está el meollo de la cuestión. Todo Federal –o mero simpatizante del federalismo- ha sido condenado por las tintas liberales y mentirosas de la desintegración y la antipatria. Un hombre como Güemes, un “cacique” según Rivadavia y los suyos, no podía ser otra cosa que un bárbaro, un opresor, un mujeriego, un ser demoníaco y despreciable. El razonamiento de estos cipayos era simple: Güemes era un caudillo, un caudillo Federal, y por lógica debía desaparecer de la memoria del pueblo. Para suerte de nuestra empresa de reivindicación, estos traidores olvidaron que la memoria de los pueblos es eterna… tan eterna como esa misma reivindicación que el revisionismo histórico profesa…
Sin embargo, y debo reconocerlo, coincido en un pequeño pero trascendental punto con dichos traidores: Güemes era federal... y más aún: SIEMPRE LO SERÁ!
Eso es lo que aquí pretendo demostrar: la adscripción del Gral. Martín Miguel de Güemes a las ideas de federalismo, pese a que el mismo prócer jamás se manifestó expresamente en este sentido.

¿Quién fue Martín Miguel de Güemes?

Martín Miguel de Güemes nació el 5 de febrero de 1785 en la ciudad de Salta, siendo sus padres don Gabriel de Güemes Montero y doña Magdalena Goyechea y de la Corte, el primero oriundo de Abienzo, Asturias; y la segunda nacida en la ciudad norteña antes nombrada.
Martín Miguel vivió sus primeros años en un ambiente rural, ya que su padre, además de ser Tesorero de las Cajas Reales de Jujuy, dedicó su vida a la cría y venta de mulas, elemento vital para el comercio alto-peruano, del cual provenía la principal fuente de ingresos y crecimiento de la así llamada Intendencia de Salta del Tucumán, circunscripción que ostentaba la responsabilidad de ser la más grande del Virreinato del Río de la Plata. Esta experiencia en el campo ha de dotar al futuro caudillo de un conocimiento casi absoluto respecto de las tierras del norte y de sus paisanos, los gauchos.
En febrero de 1799, contando con solo 14 años, el joven Martín Güemes se enlistó en la 6ª Compañía del Tercer Batallón del Regimiento Fijo –estacionado temporalmente en Salta- dando inicio así a su carrera militar.
En el mes de junio de 1806, mientras Güemes servía como cadete en su provincia, se produce la primera invasión inglesa. Como consecuencia, el Regimiento fue llamado a defender Buenos Aires de la agresión británica.
Además de luchar con excelsa gallardía, don Martín consigue una proeza sin igual el día 12 de agosto, Día de la Reconquista de la ciudad porteña: con un batallón de caballería logró cargar contra un barco inglés encallado en la Bahía de Quilmes, llamado “Justine”, y lo tomó por asalto, provocando la rendición de los tripulantes. Esta acción, así como su desempeño al año siguiente en tácticas de observación en las afueras de Montevideo, le granjearán un importante reconocimiento de sus superiores, materializándose al poco tiempo en un ascenso al rango de Subteniente de Caballería.
Durante su estadía en Buenos Aires, que se extendió hasta el año 1809, Güemes se contactó con hombres que empezaban a abogar por las ideas revolucionarias que pronto estarían en boga por todo el continente. Estos hombres, entre ellos Feliciano Chiclana, con quien nuestro biografiado traba una importante relación, encarnaran el movimiento que desemboca en la Revolución de Mayo de 1810.
Con la ayuda de Moldes, Güemes opera de intermediario entre Buenos Aires y Salta, logrando que en 1810 la Intendencia norteña sea uno de los primeros territorios que adhieren a la causa de Mayo. En Julio de ese año, el Cabildo de Salta envía a don Calixto Gauna como diputado a la Junta Gubernativa que preside Cornelio Saavedra, quien a su vez designa al mismo Chiclana como enviado en aquella provincia.
Por esos días, Güemes es designado por el Cnel. Juan Martín de Pueyrredon como Jefe de la Partida de Observación situada en la Quebrada de Humahuaca, desde donde nuestro héroe comienza a hostigar a las avanzadillas del Ejército Realista que opera desde el Alto Perú. Esta partida, que no era más que un grupo de gauchos mal armados pero hinchados de patriotismo, va ganando adeptos rápidamente, en gran medida por la fama que en ese entonces ya gozaba su joven Comandante a lo largo de toda la frontera norte.
La táctica de Güemes y los suyos era simple pero efectiva. Consistía en realizar ataques fulminantes de caballería, a modo de guerrilla, cayendo sobre las tropas de línea de los “godos” y dispersándolos, ocasionando a los invasores terribles pérdidas en bagajes y pertrechos. Finalizado el ataque, los milicianos volvían a los cerros desde donde habían salido, para reaparecer con posterioridad en otro punto de conflicto y repetir nuevamente la misma maniobra.
Luego de la primera derrota de las armas criollas en la Batalla de Cotagaita (27 de octubre de 1810), Güemes encabeza el Regimiento “Los Decididos de Salta” en la acción de Suipacha, el 7 de noviembre, donde gracias a los ataques de sus gauchos los patriotas consiguen la primera victoria en la guerra de independencia.
En 1812 el Gral. Manuel Belgrano, ahora Jefe del Ejército Auxiliar del Alto Perú, envía a Martín Güemes primero a Santiago del Estero, y luego a Buenos Aires en calidad de agregado al Estado Mayor del Ejército “a la espera de órdenes”. Esto aparta al caudillo salteño de su tierra, y le impide estar presente en los triunfos que seguirán.
A las victorias patriotas de Tucumán y Salta se suceden las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma. Entonces, Belgrano comprende que la presencia de Güemes en Salta es indispensable para la causa y manda a llamar por él.
En 1814 el caudillo llega a Tucumán junto con San Martín, quien le encomienda el mando de la avanzada del Río Pasaje, ordenándole se ponga al frente de las milicias salteñas campesinas –que al poco tiempo conformarán el denominado Regimiento “Los Infernales”- y hostiga a más no poder a los “enemigos de la libertad”. Allí comienza la “guerra gaucha”. Tras su primer triunfo es ascendido a teniente coronel de ejército a pedido del propio Libertador.
El 14 de abril de 1815, el Cnel. Martín Güemes logra la proeza de derrotar con sus milicias a una avanzada del ejército realista –entonces comandado por Pezuela- en la Quebrada de Humahuaca, en el denominado “Puesto del Marqués”.
El 6 de mayo de 1815, el Cabildo de Salta designa al Cnel. Martín Miguel de Güemes “Gobernador” de la provincia, que desde el 1814 solo conforman las ciudades de Salta, Jujuy, Tarija, Orán y sus respectivos distritos de campaña. Jujuy lo reconoce en el cargo en septiembre de dicho año.
El 10 de julio de ese mismo 1815, Martín Miguel contrae nupcias con doña Carmen Puch, una joven salteña de 18 años, apodada por todos como “la más linda de Salta”. Ella será la única compañera de su vida, y hará padre al héroe en tres ocasiones: con Martín, Luis e Ignacio.
Luego de las antedichas derrotas sufridas por el Ejército del Norte en Vilcapugio y Ayohuma, el gobierno de Buenos Aires decide reemplazar a Belgrano, primero por San Martín –que rechaza el puesto- y luego por José Rondeu. Éste, unos meses después de tomar posesión de la jefatura, sufre una desastrosa derrota el 29 de noviembre de ese año de 1815 en Sipe Sipe. Este desafortunado revés traerá infinitos pesares a la provincia de Salta y a los demás territorios del norte.
Luego de ser derrotado, Rondeau le exige a Güemes, en un tono desafiante, que se ponga a sus órdenes, entregue el parque de armas y cualquier tipo de provisión para el errante “Ejército” del Norte, y que permita el paso del mismo a Tucumán, en cumplimiento de la orden del Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredon.
Don Martín rechaza de pleno estas y otras pretensiones de Rondeau, quien responde a la negativa de Güemes con acusaciones serias de “traición” que complican la situación al punto de temerse una verdadera guerra civil en el bando patriota. Pero Rondeau, al mando de un ejército de línea altamente mermado, se ve incapacitado de realizar cualquier maniobra contra las aguerridas huestes de Guëmes, hecho que lo obliga a suscribir un pacto, en Los Cerrillos, el 22 de marzo de 1816, con el gobernador salteño. Allí, Rondeau jura retirar sus tropas de Salta y se rectifica de todos sus dichos y acciones pasadas contra Güemes.
Para el 15 de junio de 1816, a menos de un mes de la independencia Nacional, la situación desesperada del Ejército del Norte obliga a Pueyrredon a ordenar el retiro de éste cuerpo a Tucumán para su reorganización, encomendando a Güemes y sus milicias la defensa de las provincias del norte y la seguridad del propio Ejército del Alto Perú.
Si bien en agosto de 1816, Manual Belgrano es designado nuevamente como Jefe del Ejército Auxiliar radicado en Tucumán, quedando Güemes con sus milicias como jefe de la vanguardia, el ejército de Belgrano nunca sale de Tucumán sino hasta febrero de 1819. En esta oportunidad, y como parte de tantas agresiones proferidas desde Buenos Aires a las provincias, el Directorio dispone que el Ejército marche hacia el sur para reprimir a los caudillos federales del litoral.
En 1817 Güemes vence al mariscal José de la Serna, quien invade Jujuy con 5.500 hombres, afirmando que llegaría a Buenos Aires al cabo de 8 meses. Como reconocimiento de su victoria, don Martín es ascendido por Pueyrredón al rango de Coronel Mayor.
A fines de este mismo año, Güemes rechaza al jefe de la vanguardia española, general Pedro Antonio Olañeta. En 1819 contiene en Jujuy al general José Canterac; y en junio de 1820 vence a los 6.500 hombres que comanda el general Juan Ramírez Orozco, alias “Barbarucho”. Con esta última invasión finalizan las intenciones de los españoles de llegar a Buenos Aires para recrear el Virreinato del Río de la Plata.
Como su provincia no recibía dinero ni auxilios suficientes para los gastos de la guerra, Güemes impuso a los salto-jujeños contribuciones obligatorias, motivando el disgusto de los pudientes. También prohibió el comercio con el Alto Perú, dado que éste beneficiaba a las fuerzas invasoras, ganándose de esta forma la enemistad de comerciantes y hacendados.
El 8 de junio de 1820 San Martín lo designa General en Jefe del Ejército de Observación, encomendándole la misión de auxiliarlo en la liberación del Perú.
Don Martín encara ésta designación con absoluta entrega a la causa emancipadora. Hasta el 27 de enero de 1821 –día en que delega el mando de gobernador- se dedica a organizar la Expedición al Alto Perú y auxiliar definitivamente a San Martín. Sin embargo, si bien las provincias argentinas lo reconocen como jefe del Ejército de Observación, no le envían la ayuda que él les solicita en dinero, ganado y pertrechos.
Durante el período que va desde febrero hasta junio de 1821, Güemes se encuentra rodeado de enemigos. Primero, el gobernador de Tucumán, Bernarbé Araoz, impide que Santiago del Estero –ya gobernada por don Juan Felipe Ibarra- le preste ayuda para su campaña. Más aún, el tucumano se niega a remitirle las armas y municiones que dejó en depósito el Ejército Auxiliar –ya sublevado en Arequito desde el año anterior-.
Empujado igualmente por Bernarvé Araoz, el Cabildo de Salta depone a Güemes acusándolo de tirano, posición compartida por el Cabildo de Jujuy. Mientras tanto, el general español Olañeta aprovecha la situación para apoyar a los enemigos internos del prócer.
El 31 de mayo de 1821 nuestro caudillo recupera el poder de una manera algo extraña. Enterado del “golpe” que se gestaba, don Martín apresura su caballo rumbo a la propia ciudad de Salta, foco de la insurrección. Allí, y quizá recordando la vuelta al poder de Napoleón a su regreso de la Isla de Elba en 1815; Güemes entró solo a la ciudad y preguntó a la tropa que le salió al paso “¿Quién se atreve a dispararle al gobernador?”. Luego de un breve silencio, recibió los júbilos y vivas de todo el público, recuperando de esa forma el gobierno de su provincia.
Pero aunque pudo recuperar su gloria y cargo, el general Güemes tenía los días contados.
El 7 de junio de ese año, una división española de Olañeta, guiada por opositores internos, pone sitio a Salta. Estando en casa de su hermana Magdalena (popularmente conocida como Macacha) Güemes escucha disparos y sale a imponer el orden.
Al llegar a la bocacalle, una partida española lo rodea, resultando mortalmente herido en una nalga cuando consigue superar el cerco.
Güemes muere en la Cañada de la Horqueta, rodeado de sus gauchos, el 17 de junio de 1821, previa orden dada al coronel Jorge Enrique Vidt de que ponga sitio a la ciudad de Salta hasta la expulsión definitiva de los españoles. Vidt, habiendo jurado por el sable del mártir que cumpliría con lo encomendado, pone sitio a la ciudad, y al cabo de tres meses los españoles se retiran, para no volver jamás a ollar el suelo patrio.
Sus Restos descansan hoy día en el “Panteón de los Glorias del Norte de la República”, situado en la Catedral Basílica de Salta.

El Federalismo de Güemes

Hasta aquí mucho hemos dicho sobre el prócer y su leyenda. Pero... acaso era Güemes un “federal”?
Para darle mediana respuesta a esta pregunta debemos primero definir el término “federal”, partiendo de una raíz etimológica apropiada.
La Real Academia Española nos dice que la palabra “federal” tiene su origen en la voz latina “foedus”, que significa “Pacto” o “Alianza”. Entonces, se dice “federativo” al sistema de varios Estados que, rigiéndose cada uno por leyes propias, están sujetos en ciertos casos y circunstancias a las decisiones de un Gobierno central. Si hubiéramos de guiarnos únicamente por lo antedicho no cabría duda posible en la afirmación que hemos profesado.
Sin embargo, y a modo de incógnita, surgen varios actos realizados por el héroe que nos llevan, indefectiblemente, a pensar si es correcta la afirmación del federalismo güemesiano.
Primeramente, y lo hemos dicho al inicio de este texto, Güemes JAMAS se pronunció expresamente por el “Federalismo” o el “sistema de federación”. ¿Cómo sabemos esto? Pues bien, ocurre que Martín Güemes es uno de los próceres mejor documentados de la Historia Argentina. Recordemos que fue su propio sobrino nieto, el Dr. Luís Güemes, quién recopiló todo el epistolario del caudillo en su obra “GÜEMES DOCUMENTADO”.
Segundo, y hurgando más en la vida del Gral. Güemes, encontramos algunas actitudes contradictorias del prócer. En 1819, y siempre argumentando la necesidad de preservar la “Unidad Nacional”, nuestro biografiado hizo jurar la Constitución Unitaria de ese año a la provincia de Salta, siendo aquella uno de los pocos territorios en jurarla. Esta actitud, más cercana al centralismo que al autonomismo, nos deja pensando a muchos. Paralelamente, y suponemos que por el mismo motivo, Güemes siempre se manifestó contrario al accionar de los caudillos federales del Litoral, como Artigas, Ramírez y López, por considerar sus actos como “anarquizantes”.
Tercero, y no menos importante, es el hecho de que Güemes no sostuvo, desde el punto de vista doctrinario, la organización “federal” país. Es más, llegó a compartir con Belgrano la idea de implantar una monarquía incaica de carácter hereditario en el Río de la Plata.
Estos hechos cambian un poco las cosas. Al parecer nuestro panorama se tiñe, por momentos, de color “celeste escocés”. Pero no. A las tesis –hegelianamente hablando- se suscitan las antítesis. De ambas solo puede extraerse una síntesis, la cual es lo más cercano posible a la verdad. Precisamente, esa síntesis es el objeto de ésta investigación.
Para afirmar el federalismo de Güemes debemos calar hondo, en profundidad, sobre el mismo ser filosófico del “federalismo”.
Decía el Dr. Silvestre Pérez que “se comprende que la España pura, se continuase en sus fundamentos y modificada por el medio ambiente, en los hombres de América, en el tipo autóctono, formado por el medio y por la herencia, en casi todos ellos, porque los de origen de otras naciones eran pocos, dado que la inmigración era muy pequeña obstaculizada por la misma Madre Patria; se comprende, repito, que la subconciencia de los pueblos americanos fuera en mucho parecida a la española, y que su manera de considerar la vida estuviera muy influenciada por ésta, y que tomó el nombre de Federalismo.”[1] Así las cosas, es dable entender al federalismo como una continuación de la tradición hispánica. Esta afirmación es muy seria, y aunque no parece abrir un nuevo juicio, decir que el federalismo es, en última instancia, un nexo “natural” con la Madre Patria acerca de una manera intensa a Güemes con la postura federal.
Recordemos, por un instante, que Salta es considerada como una de las provincias que más conservan la tradición criolla. Basta remitirnos al inicio de este mismo texto para recordar que aún después de casi dos siglos, los gauchos de Salta rememoran la “Guardia Bajo las Estrellas”. Además, toda indumentaria gauchesca –como el poncho- tiene una relación íntima con los salteños. Quiero asumir, sin temor a equivocarme, que así ha sido siempre. Güemes, como mártir que es de la causa emancipadora, nunca negó este rasgo tradicional en sus paisanos. Todo lo contrario, lo aumentó. Prueba de ello es el nivel de entrega a la causa que demostraron los norteños en los albores de la Patria.
En este orden de cosas, continúa el Dr. Pérez: “Federalismo digo, no debe ser tomado sólo como un sistema político o social, sino algo más amplio: un concepto de la vida [...] Era España una monarquía federativa, y cada región o reino... tenía sus características propias y sus fueros.”[2] A esto que aquí llamamos “federalismo” se lo conocía en Europa como “regionalismo”.
Quizá la mejor prueba de esa herencia es que, apenas se produce el movimiento por la independencia, la mayoría de los territorios hispanoamericanos mantuvieron los límites geográficos de los antiguos Virreinatos, respetando las divisiones previamente establecidas. Paralelamente, las actuales “provincias” de cada uno de estos Estados tienen sus capitales en donde otrora funcionaron los Cabildos. No es casualidad.
Es sabido, por otra parte, que la mayoría de los dirigentes unitarios provenían de sectores ligados a la “teoría” y al “deber ser” de las cosas. Atiborrados de datos, nunca alcanzaron a ver la realidad, probablemente porque la “levita” que llevaban les cortaba la circulación de oxígeno al cerebro, así como les impedía palparse el corazón para sentir a las necesidades y los clamores de los pueblos. Güemes era diferente a esto. Él no solo conocía a la perfección a su tierra y a su gente, sino que además los sentía. Sabía perfectamente de qué eran capaces sus gauchos, y con ese espíritu acompaño el proyecto sanmartiniano de emancipación sudamericana.
Probablemente, y arribando a otra cuestión, la característica más “federal” de Güemes sea el “autonomismo de hecho” con que se desenvolvió durante su período al frente de la gobernación de Salta. No olvidemos que, haciendo uso de facultades nunca ejercidas por ningún territorio, el Cabildo de su provincia lo nombró en dicho cargo, mostrando una verdadera autonomía respecto del gobierno central de Buenos Aires, que por esos días designaba a todos los funcionarios ejecutivos del país.
Profundizando este punto, debemos recalcar el conflicto de nuestro héroe con José Rondeau. En referencia a esto, Ramón Torres Molina señala: “Las diferencias de Güemes con Rondeau lo llevaron a separarse del Ejército del Norte después del combate del Puesto del Marqués, reivindicando así su autonomía política. Ponía fin, de esta forma, a la subordinación que había mantenido hacia el gobierno central desde 1810...” [3]
Con ésta separación, el caudillo salteño pudo desenvolverse con total libertad en la guerra de emancipación siguiendo sus tácticas guerrilleras, más flexibles que las rígidas disciplinas militares del viejo continente.
Continúa Torres Molina en este sentido: “La autonomía de Güemes permitió defender a Salta de las invasiones realistas, estableciéndose un federalismo de hecho que surgía, como el federalismo de Artigas, como una acción defensiva para mantener inalterables los objetivos de las guerras de la independencia.”[4]
Hasta aquí hablamos entre supuestos y conjeturas. Pero me gustaría aportar documentos que, si bien no nos muestran a Güemes como un “federal” explícitamente, lo acercan de manera contundente a ello.
En carta fechada el 3 de febrero de 1820, el Gral. Juan Bautista Bustos –ya por entonces gobernador de Córdoba- se manifiesta vía oficio a Güemes en los siguientes términos: “...No encuentro otro medio que el que indico a Ud. de oficio, sólo de ese modo erigido un gobierno, se podrá nombrar también por él, general que haya de mandar en jefe todas las fuerzas de las provincias Federadas; el Congreso determinará el modo y recursos para mantenerlas... Mucho tiempo ha que puede Ud. haber conocido que lo aprecio, que sus ideas y opinión no distan de las mías y que seguramente conté con Ud. cuando di el paso que ha sellado la libertad a las provincias de ese yugo ignominioso a que las tenían sujetas las facciones de Buenos Aires... Ya no tenemos más enemigos que los godos... Fdo Juan Bautista Bustos.”[5]
Pocas son las dudas que nos deja en su misiva el caudillo cordobés. Si bien no ha llegado a nuestros días ni el oficio original ni la contestación de esta carta, podemos atrevernos a suponer que Martín Güemes hizo declaraciones positivas respecto del sistema de Federación. Más aún, Bustos le recuerda que “sus ideas y opinión no distan de las mías”. Hoy día es sabido que, si bien el cordobés combatió a López y a Ramírez en 1817 y 1818, luego del “Pronunciamiento de Arequito” del 8 y 9 de enero de 1820 abrazó las ideas federales, las cuales llevó a cabo en su gobernación de Córdoba y sostuvo por el resto de su vida. Si las ideas de Bustos “no distan” de las de Güemes, podemos al fin afirmar que el caudillo salteño era federal.
Pero por si esto fuera poco, una última carta podría aclararnos más el panorama.
En el Archivo del Brig. Gral. Juan Facundo Quiroga surge una pieza, fechada en Salta el 6 de enero de 1833. La escribió nada menos que Magdalena Güemes de Tejada y está dirigida al mismo Gral. Quiroga. En ella, Macacha presupone el federalismo de su célebre hermano e invoca su condición de federal.
Por muchas fuentes sabemos que Macacha no fue solo la hermana del prócer, sino su mejor amiga y confidente. Su solo testimonio debería bastar para afirmar, al fin y al cabo, que Martín Miguel de Güemes fue federal, al menos los últimos años de su vida.
Pero Güemes, en palabras de Torres Molina, “más que federal era patriota y para llevar adelante los objetivos de la Revolución de Mayo y la guerra por la independencia debió romper con el poder central, asumiendo así un federalismo de hecho, por encima de toda posición doctrinaria con respecto a la forma de gobierno o de organización del estado.”[6]
Pese a las contradicciones, Güemes reconocía el “clamor de los pueblos” en el sentido federativo. Torres Molina cierra con estas palabras, las cuales clarifican terminantemente: “Si en Artigas el hecho federal coincidía con la teoría federal, en Güemes esa coincidencia no se dio y junto a su política federal, que rompía con el estado centralizado, propugnaba un gobierno monárquico o un gobierno de unidad nacional.”[7]

Conclusiones

Hoy en día, existe una tendencia muy propagada de considerar a la gran mayoría de los caudillos como “federales”, sin ahondar demasiado en sus ideas o sus vidas.
Quizá el caso más emblemático nos viene de la mano del Dr. Pacho O’Donell, quien en su obra “Caudillos Federales” no solo destaca un extenso capítulo a don Martín Güemes, sino que inicia el mismo con éstas palabras: “Güemes fue un caudillo federal carismático, precoz por su rebeldía contra la prepotencia porteña y su espontáneo espíritu federal, por su defensa de los derechos de las provincias, en especial de la suya, Salta.”[8]
No hay mejor federalismo que el que se practica, como no hay mejor cosa que la que efectivamente se hace. La patriótica desobediencia de Güemes a las pretensiones centrales de Buenos Aires no solo no resultó en una “anarquía” –como inferían los porteños- sino que sirvió para alejar definitivamente la amenaza española de esta parte del continente.
Para finalizar, diré que aunque en nuestras mentes apasionadas por la historia a los investigadores nos gusta hurgar en lugares no descubiertos, quizá a don Martín esto poco le importó. Su martirio por la emancipación americana y por la defensa de Salta no deja duda alguna de ello.
Y si no, recordemos aquella célebre frase del héroe: “Trabajemos con tesón y empeño, que si las generaciones presentes nos son ingratas, las futuras venerarán nuestra memoria, que es la recompensa que deben esperar los patriotas.”

Fuentes:
- NEWTON, JORGE; “Güemes el caudillo de la Guerra Gaucha”, PLUS ULTRA
- GÁLVEZ, LUCÍA; “Martín Güemes: Baluarte de la Independencia”, AGULAR
- COLMENARES, LUIS OSCAR; “Martín Güemes: El héroe martir”, CIUDAD ARGENTINA
- TORRES MOLINA, RAMÓN; “Unitarios y Federales en la Historia Argentina”, CONTRAPUNTO
- PÉREZ, SILVESTRE; “Filosofía del Federalismo en el Río de la Plata”, TIPOGRAFÍA ATLÁNTIDA
- GÜEMES, LUIS; “Güemes Documentado”, Tomo 6, PLUS ULTRA
- O’DONELL, PACHO; “Caudillos Federales: El grito del interior”, NORMA

[1] PEREZ, SILVESTRE; “Filosofía del Federalismo en el Río de la Plata”, Ed. TIPOGRAFÍA ATLANTIDA, pág. 19
[2] Ibídem
[3] TORRES MOLINA, RAMÓN, “Unitarios y Federales en la Historia Argentina”, Ed. CONTRAPUNTO, pág. 97
[4] Ibídem pág 99
[5] GÜEMES, LUIS; “Güemes Documentado”, Ed. PLUS ULTRA, Tomo 6, pág. 418/419
[6] TORRES MOLINA, RAMÓN; Ob. cit. pág. 127
[7] Ibídem
[8] O’DONELL, PACHO; “Caudillos Federales: el grito del Interior”, Ed. NORMA, pág. 75