ARTURO JAURETCHE Y EL INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTORICAS JUAN MANUEL DE ROSAS
por Nicolas Carrizo
Don Arturo Martín Jauretche (1901-1974), abogado, pensador, y militante de la causa nacional y popular, fue miembro de la Comisión Directiva del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas en las décadas del 50 y 60, siendo vocal y dando innumerables conferencias en la sede de dicha institución y de filiales y centros rosistas del interior: El derecho público en la vida del pueblo y en la doctrina (Revisión Nº 12, diciembre de 1964) y ¿Será un don de Familia? (Boletín del Instituto Juan Manuel de Rosas Nº 7, octubre-noviembre de 1969).
La conferencia dada por Jauretche el día 20 de agosto de 1959 en el local del Instituto fue comentada en la Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas Nº 21, primer trimestre 1960: “El jueves 20 del mismo mes un viejo luchador don Arturo Jauretche se refirió ante un público que colmaba la capacidad del local y rebasaba a otras dependencias y a la calle, al tema La Falsificación de la Historia, base de la Política Antinacional. Señaló la necesidad de la Oligarquía Antinacional de fundar su política contraria a los intereses del país en una historia falseada y sin atributos emocionales. Refirióse a la importancia de la labor que desarrolla el Instituto Juan Manuel de Rosas en el esclarecimiento de la verdad histórica y la necesidad de difundir esa verdad histórica por todo el ámbito de la Patria. Su disertación fue ruidosamente aplaudida en varios de sus pasajes y a su término el orador, ovacionado, fue objeto de numerosas demostraciones de afecto por parte de los asistentes”.
En la comida de camaradería del Instituto Rosas realizada el 15 de septiembre del mismo año, conmemorando el 21º aniversario de su creación, ante una concurrencia de 1.500 asistentes, el vicepresidente Alberto Contreras se refirió a la obra de los ex presidentes y distinguió a varios socios entre ellos Oscar Suárez Caviglia, Ernesto Palacio, Juan Oscar Ponferrada, Leonardo Castellani, Ignacio B. Anzoátegui, Ricardo Caballero, Alfredo y Jorge Ortiz de Rozas, Diego Luis Molinari, Raúl Roux, Raúl de Labougle y Arturo Jauretche (Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas Nº 20, 1959).
El 7 de octubre de 1959, Jauretche también se refiere al tema mencionado precedentemente en la localidad de Junín, en un acto organizado por la Comisión provisoria de la filial del Instituto Juan Manuel de Rosas de dicha localidad llamado “Fuerte Federación”. Este evento se llevó a cabo en el local de la Unión Obrera Metalúrgica, “ante una concurrencia de obreros, estudiantes, profesionales, dirigentes políticos y gremiales y mujeres. El Dr. Jauretche hizo un análisis de cómo las fuerzas de la antinación necesitan de una historia falsificada para fundamentar su política a espaldas de las necesidades del país. Muy aplaudido por la concurrencia, el Dr. Jauretche fue objeto de varios agasajos antes de su vuelta a la capital” (Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas Nº 20, 1959)
Jauretche en su Política nacional y revisionismo, trabajo en base a los apuntes de las conferencias mencionadas anteriormente, se refiere a la falsificación de la historia y al papel de los historiadores revisionistas, quienes con una nueva mentalidad impulsarían la recuperación de los valores tradicionales que el liberalismo había intentado destruir: “Los historiadores revisionistas tuvieron que unir su capacidad investigadora para penetrar en la oscuridad y ocultación organizadas, una gran conducta, porque debieron afrontar el sistema de la intelligentzia que así premia con el prestigio y la difusión a los serviles de la falsificación, castiga con el anonimato o la injuria al verdadero historiador…Para perjudicar a Perón lo identificaron con Rosas. Y Rosas salió beneficiado en la comprensión popular. Caseros se identificó con septiembre de 1955 y los vencedores con los gorilas”. Así “la historia falsificada fue iniciada por combatientes que, en el mejor de los casos, no expresaron el pensamiento profundo del país; por minorías que la realidad de su momento rechazaba de su seno y que precisamente las rechazaba por su afán de imponer instituciones, modo y esquemas de importación, hijos de una concepción teórica de la sociedad en que la que pesaba más el brillo deslumbrante de las ideas que los datos de la realidad; combatientes a quienes posiblemente la pasión y las reacciones personales terminaron por hacer olvidar los límites impuestos por el patriotismo para subordinarlos a intereses foráneos que, estos sí, tenían conciencia plena de los fines concretos que perseguían entre la ofuscación intelectual de sus aliados nativos”.
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